jueves, 25 de abril de 2013

Limpiar la mirada hacia el otro género


Para Ken Wilber  “ el enemigo no es algo que los hombres hicieron a las mujeres en el pasado, sino algo que una evolución insuficiente ha hecho a ambos”.  Esta afirmación no es una manera sutil de negar o quitar importancia a las injusticias y abusos cometidos. Se trata más bien de una apuesta por reconocer la complejidad de la situación. Si la injusticia y el abuso se enfocan desde posiciones simplificadoras al final no se sabe qué es peor, si el remedio o la enfermedad.
 
El dolor lo han causado y lo continúan causando personas concretas, y quienes lo padecen también son personas concretas. Detrás de todas estas personas hay una determinada civilización, una determinada mentalidad, una determinada manera de organización económica, social y cultural. Hay una manera de mirar y organizar la vida que no estimula la inteligencia afectiva ni facilita la igualdad de género.

 Por otra parte, nos encontramos en una época de confusión. Los roles tradicionales de hombres y mujeres se están desdibujando cada vez más, ya no está tan claro qué significa ser hombre y qué significa ser mujer, qué es la masculinidad y qué es la feminidad. Faltan referentes claros y ampliamente compartidos, y en las sociedades pluralistas de nuestro tiempo el regreso de los referentes ampliamente compartidos en cuestiones de género me parece bastante improbable.
 
Si el entorno cambia los roles también cambian, si los roles conocidos pierden vigencia no queda más remedio que construir roles nuevos, con la experiencia de vacío que ello conlleva. Si los roles conocidos pierden vigencia surgen muchas preguntas. Para unos las respuestas están mirando al pasado; para otros, mirando al futuro; también los hay que miran hacia ambas direcciones a la vez.
 
Y todas estas piezas juegan en un tablero, un tablero que podemos llamar factor personal. Se trata de la(s) imagen (es) que cada hombre se ha fabricado de la MUJER y que cada mujer se ha fabricado del HOMBRE. Esta imagen (es) condicionan la manera de relacionarnos con personas concretas, enturbian nuestra mirada a la hora de vincularnos con personas concretas. El condicionamiento se puede presentar en una escala muy amplia de intensidades y también en una escala muy amplia de cuestiones.
 Si alguien, sea hombre o mujer, siente la tentación de limpiar la mirada hacia el otro género, en el fondo está optando por romper la identificación exclusiva con su ego, está optando por no aferrarse al dolor del pasado para estar más abierto a la vida, está optando por no quedar preso de situaciones, relaciones y patrones emocionales concretos, está optando por sustituir una fortificación defensiva por un “ de este modo no pero de este modo sí “ ( “lo que no das a la vida te lo quitas a ti “), está optando por construir espacios más humanos en medio de la imperfección del mundo. Todas estas opciones, que han acompañado al ser humano desde siempre, son una apuesta, una determinada manera de encarar la vida, no una moda.
 

 

 

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