miércoles, 13 de enero de 2016

Homo Terapeuticus (Fragmento II. Masculino-Femenino. La perspectiva esencialista (mitología y biología)

Un supuesto principio masculino/femenino esencial no deja de ser una parte de la realidad, una parte que existe en relación a otras partes igualmente importantes: el carácter (eneagrama) de cada varón (Alcaraz;2014), las particularidades de cada situación, la naturaleza única y concreta de cada experiencia, la subjetividad propia de cada persona, el contexto socieconómico actual. No creo que lo más importante sea el polo general ni tampoco el particular, sino más bien la relación entre ambos.

La mitología comparada ha puesto de relieve la existencia de paralelismos sorprendentes entre narraciones míticas de diferentes partes del mundo. Desconozco el origen de estas similitudes y cómo puede explicarse un fenómeno de tales características. Sin embargo, soy un tanto escéptico a la hora de utilizar estas coincidencias para inferir patrones fijos de pureza sobre lo masculino y lo femenino.

Robert Graves (2005)  se muestra contrario a la teoría junguiana según la cual los mitos son revelaciones originales de la psique pre-consciente, informes involuntarios sobre acontecimientos psíquicos inconscientes. Defiende que una gran parte de la mitología griega es la historia de una determinada evolución política y religiosa; y el verdadero mito griego no se encuentra tanto en su versión narrativa sino en los  rituales realizados en festivales públicos a los que aluden las diferentes narrativas mitológicas. Para Graves “el contenido de la mitología griega no era más misterioso que las modernas caricaturas electorales”. Aunque esta afirmación es muy discutible, me parece que pone de relieve la parte contextual de toda mitología.


Y tampoco quiero dejar de mencionar otro clásico dentro de lo masculino y lo femenino como esencia: los arquetipos junguianos. En este caso coincido plenamente con Luis Cencillo (1971), para quien la versión que Jung tenía de los arquetipos no es algo tan claro como en principio puede parecer, sino que se trata más bien de un intento por manejar una cuestión verdaderamente misteriosa, la conexión entre:

-un a priori independinte de las circunstancias que orienta el curso de la energía psíquica

-el peso de cada situación  a la hora de determinar el curso de la energía psíquica

Si tiramos de la manta, los arquetipos junguianos no son tanto una teoría transparente que ofrece indicaciones prácticas inequívocas como una versión de debates que acompañan al ser humano desde tiempos inmemoriales: la relación entre la forma y la no forma, entre lo material y lo espiritual, entre lo subjetivo y lo objetivo. Escribo todo esto con una intención muy determinada: si a alguien la noción de arquetipo le ayuda a la hora de vivir su masculinidad y su feminidad, estupendo; pero si no es el caso, no preocuparse, no se trata de un camino imprescindible (me parece a mí, vamos).








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