Un supuesto principio
masculino/femenino esencial no deja de ser una parte de la realidad, una parte
que existe en relación a otras partes igualmente importantes: el carácter
(eneagrama) de cada varón (Alcaraz;2014), las particularidades de cada
situación, la naturaleza única y concreta de cada experiencia, la subjetividad
propia de cada persona, el contexto socieconómico actual. No creo que lo más
importante sea el polo general ni tampoco el particular, sino más bien la
relación entre ambos.
La mitología comparada ha puesto
de relieve la existencia de paralelismos sorprendentes entre narraciones
míticas de diferentes partes del mundo. Desconozco el origen de estas
similitudes y cómo puede explicarse un fenómeno de tales características. Sin
embargo, soy un tanto escéptico a la hora de utilizar estas coincidencias para
inferir patrones fijos de pureza sobre lo masculino y lo femenino.
Robert Graves (2005) se muestra contrario a la teoría junguiana
según la cual los mitos son revelaciones originales de la psique
pre-consciente, informes involuntarios sobre acontecimientos psíquicos
inconscientes. Defiende que una gran parte de la mitología griega es la
historia de una determinada evolución política y religiosa; y el verdadero mito
griego no se encuentra tanto en su versión narrativa sino en los rituales realizados en festivales públicos a
los que aluden las diferentes narrativas mitológicas. Para Graves “el contenido
de la mitología griega no era más misterioso que las modernas caricaturas
electorales”. Aunque esta afirmación es muy discutible, me parece que pone de
relieve la parte contextual de toda mitología.
Y tampoco quiero dejar de
mencionar otro clásico dentro de lo masculino y lo femenino como esencia: los
arquetipos junguianos. En este caso coincido plenamente con Luis Cencillo
(1971), para quien la versión que Jung tenía de los arquetipos no es algo tan
claro como en principio puede parecer, sino que se trata más bien de un intento
por manejar una cuestión verdaderamente misteriosa, la conexión entre:
-un a priori independinte de las
circunstancias que orienta el curso de la energía psíquica
-el peso de cada situación a la hora de determinar el curso de la
energía psíquica
Si tiramos de la manta, los
arquetipos junguianos no son tanto una teoría transparente que ofrece
indicaciones prácticas inequívocas como una versión de debates que acompañan al
ser humano desde tiempos inmemoriales: la relación entre la forma y la no
forma, entre lo material y lo espiritual, entre lo subjetivo y lo objetivo.
Escribo todo esto con una intención muy determinada: si a alguien la noción de
arquetipo le ayuda a la hora de vivir su masculinidad y su feminidad,
estupendo; pero si no es el caso, no preocuparse, no se trata de un camino
imprescindible (me parece a mí, vamos).
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