miércoles, 13 de enero de 2016

Homo Terapeuticus (Fragmentos IV. Esencia del ser humano, el papel de la integración)

Entre círculos de hombres y también de mujeres ha hecho fortuna la palabra empoderamiento. No sé muy bien qué significa (en la práctica, no como simple idea), pero entiendo que denota aspectos relacionados con la fuerza interior, la acción en el mundo, la capacidad de orientarse en la vida. A mí esta palabra no me gusta, no me dice nada, me parece un invento de anglosajones hábiles en temas de marketing que proclaman haber descubierto el fuego.

 Por supuesto, simplemente se trata de una apreciación personal, para otras personas este término esta cargado de sentido y resulta ayudador ( y al final eso es lo que importa). No pretendo entrar en discusiones bizantinas por temas de vocabulario, simplemente quiero compartir una serie de observaciones que han ido surgiendo en mí a base de ir escuchando alusiones muy diversas sobre el empoderamiento durante el paso de los años:

-No estamos hablando de algo concreto, ni igual para todas las personas ni  a lo que todo el mundo accede de la misma manera. No es, como si dijéramos, ven aquella espada laser de de allí, vayan, cójanla y ya está,  que la fuerza te acompañe.

-Se trata más bien de un proceso configurado por una gran variedad de ingredientes que se van combinando y adquiriendo peso en función de cada individuo y también de cada momento existencial.

A mí me resulta más ilustrativo y senzillo adentrarme en los ámbitos de la fuerza interior, la acción en el mundo y la orientación en la vida fijándome en el modelo integrativo. Aunque en principio nada tiene que ver con todo esto, Claudio Naranjo (2009) ha escrito un libro sobre las intersecciones entre meditación y psicoterapia que me parece muy apropiado para la ocasión. Naranjo describe el fenómeno meditativo a partir de tres parejas de polaridades:

1. No acción/abandono (eje conativo). La no acción como remedio para parar todo tipo de hábitos nocivos. El abandono como puerta de entrada a partes negadas del psiquismo.

2. Atención/concentración en lo sagrado (eje cognitivo). La atención como como antídoto a la erosión de la capacidad de darse cuenta de la experiencia. Lo sagrado como camino para superar la fragmentación, la falta de sentido y de conexión con el misterio de la vida.

3.Desapego/amor (eje afectivo). El desapego permite poner el ego entre paréntesis. El amor sano como sensación de abundancia y parte de la salud.

Según Naranjo estas tres parejas son diferentes facetas de un proceso único, y también recalca que hay una “afinidad especial” entre las prácticas de  no hacer, plena consciencia y desapego; del mismo modo que hay una relación entre el abandono, la concentración en lo sagrado y el amor.

El mapa trazado por Naranjo es una indicación sobre cómo dejar atrás el falso-yo y el alejamiento del ser, que es otra manera de apuntar a la fuerza, la acción y la orientación. Como puede verse, los afluentes que hacen posible este río son muchos. Si nos ponemos en plan “la verdadera fuerza es”  entonces la cosa da para muchas versiones.




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